miércoles, 18 de diciembre de 2013

"El hombre y la naturaleza." - Critica de la exposición de Jorge Barbi. Elena Sanz Sánchez.


"El hombre y la naturaleza."
 
La galería Bacelos estrena su nuevo local en la calle Doctor Fourquet 6 exponiendo la obra reciente de Jorge Barbi (La Guardia, 1950), artista que disfruta de una de las trayectorias artísticas más consolidadas del arte español. Caminante y observador, se deleita con lo ofrecido por la naturaleza, por el azar y/o por el hombre, lo recoge, lo asimila y le otorga una marcada y sencilla carga poética.
En la colección, Barbi nos presenta sus últimos trabajos artística, científica, poética y humanamente; mira a través de lo que la Tierra nos da, a través del tiempo y de sus imágenes. La galería presenta una muestra en la que más de una decena de piezas confirman la relevancia y perfección técnica de Barbi.

Los mosaicos de imágenes que lucen caóticamente ordenados en las paredes de la galería son lo que más me llamó la atención. “Producto de la necesidad, producto del juego, producto del azar.” Estas hermosas imágenes se catalogan así por el fenómeno que las origina, reuniendo en ella la belleza y la emoción de cuando lo humano y lo natural se une de manera no destructiva. En todos los casos revelan, por parte de quienes han creado esas disposiciones, una comprensión del medio y una integración de sus elementos y sus espacios que son muy diferentes de las del visitante. O de las del artista, incluso cuando tienen muchas veces un componente estético, aunque sea involuntario. El artista es el que las detecta, las colecciona y compone con ellas un mensaje.
Todas ellas resumen, bajo mi punto de vista, una reflexión pausada y lejos del consumismo al que el mercado del arte nos tiene acostumbrados. No son capitalistas. No buscan un lucro. Son bellas, sin más.

Otras tres imágenes se incluyen también en la exposición: las geometrías orgánicas que Barbi nos presenta son excelentes. Un matrimonio entre la madera y la piedra que no da lugar a divorcio por su astuta sincronización.

En “Señales de humo” se reúne una masiva colección de objetos rudimentarios, ordinarios, comunes que, convertidos en arte, se trasforman, se retuercen hasta conseguir un nuevo significado, una nueva simbología; su disposición determina su sentido. A pesar de su cotidianeidad, consiguen transmitir algo… misterio, quizá… Y consiguen conservar la emoción del espectador al preguntarse su origen (o, al menos, eso es lo que a mí me ocurrió cuando los contemplé.) Las huellas, los símbolos y los jeroglíficos que se reflejan en las obras son parte una mezcla de realidad e imaginación.

La serie “Paso previo” me dispersó totalmente. Las acumulaciones de esos diversos elementos, su reinterpretación y/o recolocación me pareció que tenían un gran simbolismo y que funcionaban como materia primigenia.

               Y todo esto se resume en cuatro palabras: La naturaleza es bella. Me acuerdo aquí de mi profesora de Literatura del año pasado y de una cita que una vez dijo en clase. En ese momento no le di mayor importancia pero ahora…

              “La naturaleza bien ordenada, contemplada por un hombre bien ordenado; he ahí lo poéticamente bello.”  - Joseph Joubert.

 

Gracias a esta exposición, conseguí llegar a una conclusión bastante interesante y que nunca antes me había planteado: Gracias a la naturaleza, la literatura, la pintura, la escultura y la arquitectura son lo que son ahora...; piense en esos paisajes bellos, con toda su perfección, que inspiraron en su momento a miles de artistas (poetas, músicos, pintores...) y que dieron lugar a obras maravillosas de las que todos disfrutaron en su época, disfrutamos nosotros ahora y disfrutarán las generaciones venideras. ¿Qué hay de ese “Locus amoenus” repetido hasta la saciedad? De no ser por la naturaleza no existiría la escritura descriptiva, ni los paisajistas, ni infinidad de artistas que bebieron de sus fuentes y se tostaron con su hermosura, como le pasa al artista que nos ocupa.
La importancia de nuestra Madre Naturaleza es ilimitada y si ella desaparece, vamos todos detrás. Interesante, ¿no?



Elena Sanz Sánchez.

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