UN PAÍS DESAHUCIADO.
Florentino Díaz presentó en la
Galería Astarté su nueva exposición “LA CASA DESOLADA.”, del 19 de Septiembre
al 9 de Noviembre de este año 2013. Un año en el que este país en el que nos ha
tocado vivir está deshecho, se ha corrompido, ha naufragado humanamente… Está
vacío por dentro, al igual que las casas que el artista nos presenta.
Después de varios años de trabajos en la sombra con simples apariciones esporádicas y alejado del ruido de los medias, Florentino Días presenta su trabajo más reciente en el que, de nuevo, podemos ver su humor ácido e irónico y lo rotundo de sus propuestas, siempre con la “casa” como pieza central. Una “casa” en la que como comenta el artista “casi nada es lo que parece y donde cada vez resulta más difícil habitar.”
Después de varios años de trabajos en la sombra con simples apariciones esporádicas y alejado del ruido de los medias, Florentino Días presenta su trabajo más reciente en el que, de nuevo, podemos ver su humor ácido e irónico y lo rotundo de sus propuestas, siempre con la “casa” como pieza central. Una “casa” en la que como comenta el artista “casi nada es lo que parece y donde cada vez resulta más difícil habitar.”
Si han seguido con más o menos
interés las noticas de este año de mala suerte, maldito numerológicamente
hablando, les sonará entonces la palabra “desahucio”, ¿no es cierto? Esas pobre
familias que, sin comerlo ni beberlo, y por culpa de nuestra sociedad, se han
visto despojadas de sus casas, de sus bienes, de su historia y sus vidas… No se
les ha dado ni la oportunidad de intentar sobrevivir. Han dejado atrás miles de
recuerdos vividos entre cuatro paredes, cuatro paredes ahora vacías y que sin
embargo fueron en algún momento un hogar. Casas rotas, desiertas,
destartaladas, ruinosas en vivencias… En realidad, ya no son casas.
Pues, bajo mi punto de vista, esto es lo que Díaz nos
presenta en sus nuevos trabajos. Casas desahuciadas, “desoladas” si prefieren
hacer un guiño al título de la colección. Y todo en la galería me incitaba a
pensar en esto: Desde el escaso mobiliario que presentaban las obras y su
precario estado, sus colores, sus rotos y grietas, sus acabados, las
superficies… La utilización de madera de puertas ajenas al artista, como la del
Palace, por ejemplo… Esa madera que ha vivido tantos momentos (discusiones y
por lo tanto portazos, arrebatos de pasión desenfrenada, nuevos vecinos, risas
de niños, pintadas, Navidades, cumpleaños, muerte de algún ser querido…) Y,
¿ahora? Solo son parte de casas vacías, diáfanas, sin nada que contar por sí
mismas porque no han vivido nada y sin embargo y a pesar de todo, transmiten una
emoción que en la lejanía suena a alegre. Como dice el artista: “lo que hace
que hayan sido testigos mudos de acontecimientos a los que nunca podremos
acceder.”
No sé si el artista ha conocido
esta situación de verse privado de su casa o no. No sé si, aún sin conocerlo de
primera mano, ha vivido algo parecido a su alrededor. ¿Algún vecino quizá? ¿Un
familiar lejano…? ¿Quién sabe? Quizá sí que se ha visto despojado de su hogar
aún sin ser una situación tan dramática; a lo mejor una mudanza por trabajo…
Sea como sea, el artista sabe bien lo que está pasando en el país y creo que ha
sabido plasmarlo a la perfección en cada una de las obras que vemos en la
Galería Astarté, haciendo así gala del arte crítico al que nos tiene
acostumbrados. Cada astilla, cada gota de pintura refleja, irónicamente, la
realidad de un país desahuciado.
Elena Sanz Sánchez.
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