jueves, 12 de diciembre de 2013

MÁS ALLÁ DE LAS BISAGRAS

Humberto Ribes

Tengo que reconocer que acudía a la galería Astarté con una idea preconcebida bastante negativa, quizás influenciado por los comentarios que había oído de mis compañeros en clase, sobre la exposición que hasta hace poco les ha ocupado de Florentino Díaz. Ahora puedo decir que estaba terriblemente equivocado, que no ha sido para tanto. Quizás no haya sido la exposición de mi vida, porque espero me queden muchas más por visitar, pero creo que tiene su encanto. Y sobretodo creo que tiene, o al menos yo consigo sacar una reflexión que muchas veces ha merodeado mi cabeza pero hasta entonces no me había atrevido a plasmar sobre el papel.

Digo esto porque leyendo la pequeña nota que nos deja Florentino introduciendo lo que acontinuación vamos a ver, consigue crearme una idea que iré desarrollando poco a poco a lo largo de mi paso por la galería. La nota de Florentino dice así: "En primer lugar están una serie de obras realizadas de forma muy sencilla con madera sacada de puertas encontradas en contenedores, algunas de ellas con casi dos siglos de vida, lo que hace que hayan sido testigos mudos de acontecimientos a los que nunca podremos acceder y que de alguna manera estarán presentes en el resultado final.”

La frase subrayada es para mi la clave. Eso es lo que enciende mi pequeña bombilla imaginaria y hace que en mi cabeza comiencen a encajar todos esos engranajes que hacen posible un sinfín de fantasías, sinsentidos y demás locuras. Es eso, la reutilización de esa madera anteriormente ya usada , que en un pasado formó parte de puertas con más años que Matusalén y mil y una historias por contar. Quizás ese trozo de madera insignificante, que no nos dice nada, que no parece tener nada de especial, que está ahí formando parte de una composición que ahora unos cuantos llaman arte, anteriormente formaba parte de una inmensa y majestuosa puerta de la morada de algún importante militar franquista; o una pequeña puerta que llevaba al sótano encubierto de alguna casa judía donde se reunían a rezar de forma clandestina los judíos en época de los Reyes Católicos antes de ser expulsados de la Península; o puestos a imaginar, la puerta que conducía a un pasadizo secreto que ocultaba misterios un tanto tenebrosos... ¿Quién sabe la cantidad de “testigos mudos”, como bien dice Florentino, de los que habrá sido participe ese trozo de madera? ¿Y esa silla? ¿Qué me decís de esa pequeña silla típica de pupitre de escuela, que utiliza Florentino en alguna de sus composiciones? Quién sabe cuántas posaderas habrán pasado por esa brillante y pulida superficie? Quizás por ahí pasó el trasero más prieto y deseado por todos los chicos del instituto; o era la silla del castigado, esa que permanecía al final de la clase y su uso era expresamente para marginar a ese pequeño revoltoso que no cesaba en sus diabluras. Y como estas un sinfín de imaginarias, porqué no, posibles historias cotidianas.


No se a vosotros pero a mi que a partir de una pequeña obra de arte como puede ser Cada día me parezco más a Mortadelo o La casa desolada, L.M.E. se nos habrá un inmenso abanico de posibilidades que poder imaginar, que poder divagar, que poder contemplar con otros ojos, los ojos de un soñador me parece algo fascinante. Y es esto lo que ha conseguido causar en mi Florentino, me ha abierto la mente a otros mundos me ha dejado fantasear, me ha dejado soñar con su obra sin tener que ceñirme a un único significado y eso es lo que más le honra.

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